sábado, 3 de diciembre de 2011

Lección que aprender

Escrito de Axel Capriles publicado en El Universal, el día jueves 01 de diciembre de 2011:
 
El saqueo infeccioso

¿Por qué la gente, las grandes masas, no reaccionan con iracundia e indignación?
La imagen es infeliz pero elocuente (me la comentó un amigo en un aeropuerto): Venezuela es una mina de oro en la que todos andamos con un pico en el hombro buscando dar un golpe y llevarnos un pedazo. La representación mental de algo que está allí para ser expoliado y saqueado es mucho más penetrante que las aspiraciones éticas y los discursos políticos moralizantes. Explica, por ejemplo, la complicidad de los poderes públicos y la indiferencia del pueblo ante la apropiación indebida y el pillaje de los recursos de la nación como se evidencia en el manejo del Fondo Chino. ¿Por qué tanta aceptación, complicidad e incuria? ¿Por qué la gente, las grandes masas (no los pocos denunciantes), no reaccionan con iracundia e indignación? Una compañera de trabajo es una confesada antichavista, pero apenas salió aprobada la nueva ley para el control de los arrendamientos dejó de pagar el alquiler de su apartamento y corrió a la Superintendencia a registrarse como inquilina. Le llegó su cuota de aprovechamiento. ¿Y a quién no?

La rapiña y el deterioro van de mano. Mientras más le sacamos a la mina, menos nos preocupa mantenerla. ¿Puede ser cierto que alrededor del 50% de los venezolanos apruebe el saqueo de Pdvsa, el colapso de la pista de aterrizaje del aeropuerto de Maiquetía o el hundimiento del viaducto La Cabrera? El psicólogo Philip Zimbardo denominó efecto Lucifer a la manera en que las personas buenas, comunes y corrientes son seducidas por el mal. El mal y el deterioro son, de hecho, infecciosos. Bastan unos pequeños gestos para reproducirlos. El aprendizaje por observación o modelado es más rápido o intenso en la reproducción de conductas destructivas. El efecto demostración es una forma de imitación por la que los grupos adoptan los estándares y valores de las clases dominantes. No muy distinto del efecto del último vagón, otro fenómeno de imitación por el que las personas buscan montarse en el tren de los ganadores sin tomar en cuenta los valores.

acaprile@ucab.edu.ve